Las personas eficaces, ¿nacen o se hacen? De la mano del consultor artesano Antonio José Masiá repasamos qué tienen en común los ‘cracks’ de lo que él llama la “eficacia eficiente”, es decir, lograr objetivos con los recursos al alcance. ¿Tú también quieres ser uno de ellos? Pues aquí tienes un decálogo de actitudes que puedes cultivar en tu día a día.
Por Antonio José Masiá
@ajmasia
Sumidos en un paradigma tremendamente líquido, no podemos permitirnos el lujo de que nada potencialmente útil pueda escaparse, puesto que lo que hoy puede parecer absurdo mañana puede ser realmente valioso. ¿Cómo conseguir esto? Anotando en un sistema totalmente fiable todo aquello que capta nuestra atención. Las personas eficaces no se fían de su mente, razón por la cual externalizan todo aquello que les llama la atención dado que lo consideran realmente valioso.
Nuestra realidad actual hace que tengamos que enfrentarnos a más carga de trabajo de la que realmente podemos abarcar. ¿Cómo solucionar esto? Eligiendo las mejores opciones en cada momento. Esto implica que primero hemos de definir nuestro trabajo para después poder elegir qué es lo mejor que podemos hacer. Decía Peter Drucker que en el trabajo del conocimiento, la tarea no puede presuponerse sino que ha de determinarse.
Todo en el universo tiende al desorden, a menos que hagamos algo al respecto. De nada sirve saber todo lo que quieres o tienes que hacer si no lo revisas de forma periódica, tanto para ponerte en marcha, como para saber cómo marcha tu camino hacia el futuro.
¿Estás seguro de que lo que estás haciendo te lleva o acerca a los resultados que persigues? La eficacia tiene una relación directa con este aspecto. Las personas eficaces caminan sin prisas dando pasos firmes con la vista puesta en el horizonte. Esto solo es posible con control y perspectiva.
Separar nuestras cosas personales de las profesionales únicamente contribuye al desequilibro de nuestra propia vida dado que, de forma indirecta, comenzaremos a priorizar, quedando seguramente lo estrictamente personal en un segundo plano. Solo tenemos una mente y esta debe ser capaz de tomar decisiones respecto a lo que es mejor para nosotros de forma única.
¿Cómo? Simplemente dándole la importancia que tiene, es decir, ninguna. Solo podemos decidir sobre aquello que es realmente objetivo y depende de nosotros. El resto queda fuera de nuestro control y no debería condicionar nuestros resultados, por tanto nuestra eficacia.
Para poder alcanzar lo que nos proponemos debemos gozar de autonomía. De lo contrario el camino se complica y se estrecha, disponiendo de menor número de opciones de actuación, hecho que suele generar desmotivación.
Esto implica que controlan lo que hacen y experimentan el dominio de sus habilidades. Este hecho les ayuda a aumentar su eficacia de forma constante a través de la mejora que conlleva la práctica incesante.
Resulta difícil llegar a un lugar si se camina sin rumbo. Las personas eficaces actúan en base a un propósito, son conscientes de por qué hacen las cosas.
En pleno siglo XXI el concepto de productividad ha dejado de tener sentido. Ahora lo tiene la eficacia eficiente, es decir, el alcanzar los resultados que pretendemos optimizando de la mejor manera nuestros recursos. El principal recurso a tener en cuenta es el de nuestra atención, es decir, dónde ponemos el foco en cada momento.
Consultor artesano y coach, Antonio José Masía es autor del blog Cambiando Creencias, en el que habla sobre cómo desarrollar valor en las personas y organizaciones a través de la mejora de su eficacia. Su carrera comenzó como arquitecto técnico, pero la reinvención llegó a través del coaching. Desde entonces, este inquieto gaditano se halla en constante proceso de desarrollo personal y profesional.