Por primera vez en décadas, tres generaciones de personas se están uniendo en el lugar de trabajo. Los conflictos laborales, ejemplos de todo tipo, tienen un alto componente de diferencia generacional.
Al hablar de los millennials es frecuente coincidir en afirmar que son contrarios a los conflictos y esto significa, por una parte, que serán menos propensos a crearlos, pero, por otra, que quizás no sepan gestionarlos en el caso de presentarse.
Los millennials son extremadamente abiertos y suelen mostrarse muy entusiasmados con sus oportunidades de carrera. En el trabajo, se orientan a objetivos y dominan la multitarea.
Esta generación se distingue por su cualificación y por anhelar relaciones abiertas y honestas con los gerentes. Quieren disfrutar de sus trabajos, así como de las personas con las que trabajan.
Otro rasgo que caracteriza a los millennials es que son grandes conocedores de la tecnología, con una comprensión innata de cómo aprovechar las soluciones tecnológicas. Estos jóvenes confían fuertemente en los medios digitales de comunicación, aunque saben que los mensajes importantes deben ser transmitidos en persona.
No puede olvidarse que hay un aspecto que hace muy diferentes a los millennials de otras generaciones y que tiene que ver con su manera de gestionar los conflictos de trabajo. Tres ejemplos serían:
Hoy día tenemos la capacidad de comunicarnos sin ni siquiera hablar con una persona. Si la comunicación cara a cara es una habilidad, su práctica es necesaria para perfeccionarla.
La tecnología ha reducido la necesidad de conversaciones en persona y, por lo tanto, ha eliminado la práctica necesaria para garantizar que lo estamos haciendo correctamente.
Los millennials pueden encontrarse incómodos ante un conflicto y resultarles más fácil de evitarlo que enfrentarse a él para solucionarlo. Esto es algo de lo que la gerencia debe ser consciente para evitar que asuntos pendientes puedan deteriorar el clima laboral.
Son fuente de muchos conflictos laborales y hay ejemplos hasta en el día a día de cualquier empresa. Hay que tener en cuenta que los millennials dan un gran valor a la armonía.
Disfrutan de lugares de trabajo y relaciones armoniosas y buscan el crecimiento personal, priorizándolo por encima de otros beneficios que pueda ofrecer la empresa.
La forma en que se sienten acerca de su empleador y las relaciones de trabajo son asuntos de gran importancia para ellos, puesto que quieren trabajar en un lugar que se sienta bien.
Con tres generaciones en el lugar de trabajo, incluso la brecha en la dependencia de la tecnología entre la Generación X y los millennials es tan grande que a estos dos grupos a menudo les cuesta entenderse mutuamente.
Gestionar sus expectativas y diferentes estilos de conflicto puede ser un reto incluso para los profesionales de recursos humanos más experimentados.
No obstante, hay que buscar la forma de superarlos, que es planteando objetivos comunes y subrayando los puntos de unión, dejando en un segundo plano los aspectos que separan a estas tres generaciones.
Para crecer, las empresas necesitan conflictos laborales. Ejemplo de ello son las organizaciones líderes formadas por empleados que se sienten cómodos con la disidencia y saben gestionar cualquier situación, incluidas las divergencias de opinión, de manera apropiada.
La existencia de estos problemas es un componente importante del crecimiento, pero hay que contar al mismo tiempo con claras políticas de resolución de conflictos laborales.
Los responsables empresariales, además de alentar a los millennials a expresar sus inquietudes de una manera que les resulte cómoda, pueden cerrar la brecha entre estas tres generaciones al modelar formas efectivas de comunicación, incluido el conflicto.
Teniendo claro que los conflictos laborales constructivos son un instigador efectivo del cambio necesario.