El coeficiente de solvencia es una de esas medidas que pueden ayudar a la empresa a entender mejor su situación financiera, prepararse con mayor diligencia para el futuro y solucionar los problemas de gestión que puedan haberse estado arrastrando por falta de visión o de control.
El coeficiente de solvencia es una medida clave para conocer si un negocio está en disposición de hacer frente tanto a sus deudas, como a sus obligaciones. Al medir su capacidad para lograrlo se puede descubrir si el flujo de efectivo de la empresa es suficiente para cumplir con sus pasivos a corto y largo plazo.
Cuando es una cifra elevada, asegura la facilidad para satisfacer esos pagos pendientes y obligaciones. No obstante, en los casos en que se constate que el índice de solvencia de la empresa es menor de lo esperado, habrá que prepararse para una probabilidad más alta de incumplimiento de las obligaciones de deuda.
La medida se suele calcular dividiendo el ingreso neto al que se ha de sumar la depreciación, por el pasivo a corto y a largo plazo.
El índice de solvencia es una medida integral de solvencia, ya que mide el flujo de efectivo, en lugar de solo los ingresos netos, al incluir la depreciación. Por este motivo, permite evaluar la capacidad de la empresa para mantenerse a flote.
Además, se ocupa de medir esta capacidad de flujo de efectivo en relación con todos los pasivos, en lugar de solo con la deuda a corto plazo. De esta manera, el coeficiente de solvencia revela la salud financiera de la empresa al evaluar su deuda a largo plazo y los intereses de esa deuda.
Como regla general, un coeficiente superior a un veinte por ciento se consideraría financieramente sólido. Sin embargo, los índices de solvencia varían de una industria a otra.
Por lo tanto, el cálculo del coeficiente de solvencia de una empresa debe compararse con los resultados de sus competidores en el mismo sector, en vez de interpretarse de forma aislada.
La medición del flujo de efectivo en lugar del ingreso neto es un mejor factor determinante de la solvencia, especialmente para las compañías que incurren en grandes cantidades de depreciación por sus activos, pero tienen bajos niveles de rentabilidad real.
De manera similar, evaluar la capacidad de una empresa para cumplir con todas sus obligaciones brinda una imagen más precisa de la solvencia, más allá de su balance de contabilidad.
Una compañía puede tener un bajo monto de deuda, pero si sus prácticas de gestión de efectivo son deficientes y, como resultado, las cuentas por pagar aumentan, su posición de solvencia puede no ser tan sólida como lo indican las medidas que incluyen solo deuda.
Velar por la liquidez del negocio es una de las maniobras que mayor impacto pueden tener en el coeficiente de solvencia. Además de las cantidades de efectivo que puedan ingresarse, hay que buscar oportunidades de ahorro, que ayudan a tener los gastos bajo control, permiten beneficiarse de descuentos y facilitan la devolución del IVA a empresarios y autónomos.